ACTÚA HOY

• A las 23, en Stadium Rock (avenida Mate de Luna 2.845, ex Club Médico).

Primera escena. Tony Molteni, que ha hecho de la sonrisa una bandera -otra de sus banderas-, se sube a un taxi. El chofer, que seguramente supera la tercera década, lo reconoce. “Ehhh, vos sos el de Karma -le dice-. Sí, sí, yo iba a verlos cuando era changuito”. La sonrisa del cantante se desfigura. “¡¿Cómo ‘cuando era changuito’?! ¿Qué se cree este?”, piensa, ofuscado, aunque en ese momento se limita a pagar lo que marca el reloj. Más tarde, en el ensayo, sus compañeros lo calmarán. “Y sí, Tony, el grupo tiene más de 15 años. Lo que te dijo no es improbable”. Molteni se quedará pensando entonces en lo veloz del paso del tiempo. “Pucha”, murmurará.

Segunda escena. Sucedió hace varios años, cuando Karma daba sus primeros pasos como banda, con apenas un disco bajo el brazo. Actuaban en la cancha de Independiente, ante un estadio repleto de caras en general desconocidas. En ese mar de almas tan lejanas a su origen, Molteni registró algo particular. “Vi el momento exacto en que un chico de anteojos comenzaba a cantar nuestro tema. Me acuerdo hasta de la cara, te juro, no lo podía creer. Es más, dejé de cantar para mirarlo. Para mí eso ya era lo máximo; imaginate cómo viví todo lo que vino después”. El cantante hace una pausa. Vaya a saber qué nostalgias se le cruzan en la memoria.

El recuerdo del pasado y la reflexión sobre el presente -y sobre las experiencias que hicieron de puente- merodean ahora por la conciencia del grupo, que esta noche dará un recital en el que rendirá tributo a su primer disco, “Títere”. No hay en eso un afán revisionista ni tampoco una invocación a la melancolía fácil. El show es el primero de cinco que darán en los próximos meses: cuatro de ellos para repasar sus cuatro discos ya editados y un quinto para presentar su nuevo álbum. Todas las fiestas llevarán por nombre “Se armó la gorda”, en alusión a la canción que escribió Molteni para referirse a los pogos que se arman durante sus recitales. “Me impresiona mucho que Karma genere eso; en determinados temas se arma una coreografía debajo del escenario. Nos pareció lindo nombre para un show porque eso es lo que queremos: que se arme un lío lindo”.

Dice Molteni que esta fiesta no está concebida sólo como un recital en el que escuchar una seguidilla de canciones, sino que la intención es generar un espacio de encuentro entre distintas generaciones. “Drugos es la banda invitada y también tocará DJ Fat. Además, actuarán los artistas callejeros de Semáforo Rojo y habrá montada una feria con artesanías referidas al rock y puestos de tatuajes. Queremos juntarnos, reunir al público de los primeros tiempos con el de ahora. Para nosotros un recital es el lugar donde los fanáticos se encuentran e interactúan porque comparten una pasión, un mismo gusto. Quizás salen de ahí y no vuelven a verse más... hasta el próximo”, sostiene.

La frecuencia con que se arme la gorda tendrá que ver con la aceleración de la cuenta regresiva hacia el lanzamiento del último CD. “La parte más linda del proceso, que es componerlo y grabarlo, ya está lista. Creemos que saldrá en agosto -aventura Tony-. Me gusta porque es un disco muy salvaje, con letras fuertes, propias de la incertidumbre que vivimos. Reflejan realidades lamentablemente cotidianas. Las cosas cotidianas deberían ser lindas, pero uno se acostumbra a ver chicos tirados en una plaza, chicos que pasan hambre o son adictos al paco. Eso no debería ser de todos los días, sino algo que duela, porque la única manera de reaccionar y cambiar algo es cuando verdaderamente duele”.

Aún cuando no deja de plasmar esos dolores, la banda intenta siempre el mensaje optimista, sello que mantiene en esta novedad discográfica. “Somos utópicos, muy soñadores, eso es lo que nos mueve a hacer rock. Si pensáramos que todo está perdido, nos quedaríamos en la casa”. Y más les vale a los integrantes de Karma no quedarse en sus casas. Aunque allá afuera haya taxistas que les recuerden que los años más jóvenes (aunque no los mejores) ya pasaron.